Si bien nuestro país tiene una cultura machista, a través del cine se ha mostrado la homosexualidad desde antes de la Época de Oro
Para el cine de temática gay, éste es un momento histórico importante por la gran diversidad en el contenido y el estilo de las películas, sin embargo, aun cuando México tiene una cultura machista, la presencia de la homosexualidad en el cine mexicano se remonta a décadas atrás.
La primera cinta que mostró un personaje fue La casa del ogro (1938), de Fernando de Fuentes, en la que un personaje gay aparecía sin más pretensión que la de ser el simpático de la película. Desde entonces no hubo ningún otro personaje, al menos fundamental en alguna película, hasta la década de los años 60, cuando Mauricio Garcés interpretó a un hombre que se hacía pasar por homosexual para entrar en la vida de sus clientas y después seducirlas, en Modisto de señoras, dirigido por René Cardona Jr., la cual marcó el inicio de una etapa en la que se reprodujo este tipo de personajes estereotipados afeminados con vestimentas estrafalarias, que se prolongó por algunas décadas más.
Fue en los años 70 cuando llegaron cuatro películas que tocaron abiertamente el tema, las dos primeras se realizaron en 1971: Los marcados, de Alberto Mariscal; acerca de una banda de asaltantes liderada por “El Pardo” y “El Niño”, quienes tenían una relación homosexual incestuosa entre padre e hijo y que llegan a atemorizar un pueblo; la segunda fue La primavera de los escorpiones, una película polémica dirigida por Francisco del Villar, sobre dos amantes homosexuales que se relacionan con una fotógrafa divorciada y su hijito en un lago, uno de ellos se enamora de la viuda y el otro sodomiza a su hijo por celos.
Pero los casos más representativos llegaron a finales de la década, primero con El lugar sin límites (1977), de Arturo Ripstein, basada en la novela de José Donoso; es una de las primeras películas mexicanas en donde el personaje principal es homosexual y que puede considerarse el primer retrato serio del tema en México, porque devela el conflicto interno del hombre que se siente atraído por un afeminado, pero se verá frustrado por la ley de un grupo al que pertenece.
Luego está la primera película mexicana que aborda el lesbianismo es Tres mujeres en la hoguera (1979), de Abel Salazar, la cual gira en torno al encuentro de dos antiguas amantes (Maricruz Olivier y Pilar Pellicer).
En los años 80 llegaron una serie de películas incluidas nuevas cintas de Arturo Ripstein como El otro (1984) o Mentiras piadosas (1987); Paul Leduc estrenó ¿Cómo ves? (1985); Enrique Gómez Vadillo hizo lo propio con El chico temido de la vecindad (1989), entre otras.
Sin embargo, el cineasta que abordó frecuentemente el tema en sus películas fue Jaime Humberto Hermosillo, quien en 1985 estrenó Doña Herlinda y su hijo, como la cinta más representativa de la década, acerca de una madre sobreprotectora que sabe que su hijo maduro es gay pero no deja de presentarle mujeres para casarse. Después de esta cinta, Hermosillo, se hizo aún más controvertido por el manejo del homoerotismo también en Clandestino destino (1987).
En los 90, llegaron filmes como El día de las locas (1990), de Eduardo Martínez; Enrique Gómez Vadillo, aportó tres cintas con Machos (1990), Muerte en la playa (1990) y Amsterdam boulevard (1991); mientras que María Novaro también tuvo su aporte en personajes secundarios en Danzón (1991).
Estas cintas precedieron la llegada de El callejón de los milagros (1994), de Jorge Fons, en la que hay tres historias entrecruzadas, una de ellas es la de Don Rutilio (Ernesto Gómez Cruz), el típico machista mexicano que ya cerca de la tercera edad descubre que es gay, así que corteja a un empleado de una tienda de ropa.
Otros filmes que destacaron en los años 90 fueron Dulces compañías (1994), de Oscar Blancarte; Cilantro y perejil (1995), de Rafael Montero; De noche vienes, Esmeralda (1997), de Jaime Humberto Hermosillo; En las manos de Dios (1997), de Zalman King; El evangelio de las maravillas (1997), de Ripstein; Crónica de un desayuno, (1999), de Benjamín Cann y Leopoldo Laborde estrenó Sin destino (1999).
En el nuevo milenio, las producciones como Y tu mamá también (2001), de Alfonso Cuarón, hablaron del tema de trasfondo con la icónica escena del beso entre Gael García y Diego Luna, pero fue el cineasta Julián Hernández quien se convirtió en el máximo exponente reciente de las películas de diversidad sexual con filmes como El cielo dividido (2006), sobre una historia de amor entre dos chicos universitarios, a la que se sumó Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor, lanzada en el 2003 y luego Rabioso sol, rabioso cielo, en el 2009, entre más títulos de su filmografía.
Los personajes comenzaron a tener más fuerza y poco a poco se vio con más naturalidad y llegaron películas con mensajes cada vez más positivos como Exxxorcismos (2002), de Jaime Humberto Hermosillo, quien es otro de los grandes exponentes de temas sobre la diversidad sexual; Nesio (2008), de Alan Coton o Quemar las naves (2007), de Francisco Franco Alba.
Uno de los casos más polémicos fue el de La otra familia, de Gustavo Loza, que abrió el debate sobre la adopción de niños a parejas del mismo sexo; también tuvieron gran recibimiento otras como Todo el mundo tiene a alguien menos yo, de Raúl Fuentes; el documental Quebranto (2013) de Roberto Fiesco; Peyote (2013) de Omar Flores Sarabia; No sé si cortarme las venas o dejármelas largas (2013), de Manolo Caro; Cuatro lunas (2014), de Sergio Tovar Velarde; Made in Bagkock (2015), de Flavio Florencio; Estrellas solitarias (2014), de Fernando Urdapilleta o Dólares de arena (2014), de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas, por mencionar algunas.
Finalmente, los últimos años han dado propuestas estéticas y narrativas enriquecedoras que no solo se refieren a la comunidad homosexual, sino que también pertenecen a lo mejor del cine mexicano como Carmín tropical (2015), de Rigoberto Perezcano; Te prometo anarquía (2015), de Julio Hernández Cordón; Casa Roshell (2017), de Camila José Donoso; Sueño en otro idioma (2017), de Ernesto Contreras; Etiqueta no rigurosa (2017), de Cristina Herrera y Esto no es Berlín (2019), de Hari Sama, entre otras. Este año se sumaron a la lista títulos como El baile de los 41 (2020), de David Pablos, y Cosas que no hacemos (2020), de Bruno Santamaría, que llegó a las salas de cine nacionales.
Fuente: Crónica